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Tokio 2020 o la reinvención del “milagro japonés”

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Del 23 de julio al 8 de agosto, Japón centró el interés mundial al albergar los trigésimos segundos Juegos Olímpicos, un interés que, aparte de por el aspecto deportivo, vino motivado por las excepcionales circunstancias en que tuvieron lugar, en medio de una pandemia mundial que ya hizo que su celebración prevista para 2020 se retrasara a 2021. De hecho, desde 1896, solo se han suspendido unos JJ. OO en cuatro ediciones incluida esta, en las otras tres ocasiones, la causa fueron las Guerras Mundiales de 1914 y 1939.

Por tanto, si ya la preparación para una competición de esta envergadura supone un especial esfuerzo para los deportistas, sin duda, la Covid-19, ha redoblado esta exigencia, obligándoles a adaptar su entrenamiento físico y mental a unas circunstancias tan atípicas como las provocadas por el confinamiento vivido el año pasado. Una situación que ha requerido tirar de imaginación y capacidad innovadora y reinventarse para poner en práctica técnicas que les permitan llegar en las mejores condiciones a la cita olímpica.

Más allá de la pandemia, es cada vez más común escuchar sobre deportistas que abordan sus hábitos de entrenamiento con prácticas innovadoras enfocándose hacia otras áreas complementarias, buscando paradigmas disruptivos. En otras palabras, los deportistas de élite utilizan técnicas de gestión del día a día comparables a las de las mejores compañías. Entre estas técnicas destaca una que, curiosamente, tiene su origen en Japón: la metodología Kaizen, o mejora continua, aplicada por el propio Cristiano Ronaldo en su preparación, entre otros deportistas. La cuna de esta metodología está en Japón, sino que, y al igual que en estos Juegos Olímpicos, surgió cuando se vivía un momento de crisis, en que como en el actual, resultaba clave reconstruir, reimaginar y reinventar.

La metodología KAIZEN™ tiene su origen en una de las más grandes catástrofes de la historia, nace tras la Segunda Guerra Mundial como un intento por sobrevivir a la devastación. Japón había perdido cerca de la mitad de su riqueza nacional, quedando su tejido empresarial devastado. La reacción de las organizaciones japonesas no sólo les permitió sobrevivir, sino crecer hasta convertirse en una de las principales potencias mundiales, lo que se conoce como el “milagro económico japonés”.

Llegados a este punto, surge la cuestión ¿cómo pueden aplicar los deportistas de élite este método, en teoría creado para la recuperación económica de un país y hacer que estos Juegos Olímpicos puedan ser una reinvención-más modesta- de aquel milagro?

A lo largo de las décadas, la industria japonesa ha adoptado y perfeccionado el concepto de mejora continua como clave para su competitividad global. La cultura japonesa está orientada a la mejora continua del individuo y la sociedad, el respeto por el bienestar común, la organización de los espacios, la gestión visual, el uso de las mejores prácticas, con rutinas de excelencia, enfocándose en tareas que agregan valor, eliminando desperdicio. Facilitando la consecución de resultados de manera consistente, año tras año, mejorando cada día, en todos los ámbitos, con todos los miembros de la organización.

Todo esto, podemos llevarlo al terreno deportivo. Los atletas de élite tienen el desafío de alcanzar la excelencia en el desempeño, en un momento específico, basado en un sueño por lograr (la Misión), los objetivos definidos (la Visión), con una estrategia de preparación a largo plazo (prioridades estratégicas), un plan de entrenamiento, competición (iniciativas), con recorrido, prácticas diarias, rutinas exigentes.

El aspecto físico se refuerza con especialistas en las áreas de Nutrición, Sueño, Recuperación, Fisioterapia y otros aspectos asociados a la optimización corporal. El aspecto emocional, con incrementos en la capacidad de concentración, automotivación, confianza, generando suplementos de efectividad en el rendimiento deportivo. La parte intelectual, logrando anticipar y comprender cada momento de la competencia, con procesos de decisión complejos, pero necesariamente lógicos y coherentes.

Los deportistas que vimos competir en Tokyo 2020 y, en general, todos los deportistas profesionales, sirven como modelos a millones de personas, más allá del ámbito de la competición. Podemos aplicar sus técnicas apalancando nuestras capacidades y resultados, utilizando diariamente un enfoque de exigencia y excelencia, en rituales, hábitos y comportamientos.

En resumen, estos Juegos Olímpicos fueron especiales, y tanto el país anfitrión como los deportistas participantes nos volvieron a hacer revivir “el milagro japonés”.

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