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Ley contra el desperdicio alimentario, ¿nuevos enfoques en la cadena alimentaria?

por Carlos Ponce

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El Gobierno ha tramitado la Ley Contra el Desperdicio Alimentario (LCDA), siendo el tercer país europeo, tras Francia e Italia, en legislar al respecto.

La primera pregunta que aparece es: ¿De qué estamos hablando? ¿Cuál es la magnitud del problema? Según los datos aportados, se produce una pérdida del 20% por ineficiencia de la cadena alimentaria; siendo que el 40% se da en la venta al por menor o en los hogares (durante el año 2020, los hogares españoles tiraron a la basura 1.364 millones de kilos/litros de alimentos, una media de 31 kilos/litros y 250 euros anuales por persona)

Más allá de la Sostenibilidad, que está en la agenda de todas las Direcciones (oí decir una gran definición: “sostenibilidad es imaginar qué mundo queremos dejar a nuestros hijos”), está claro que la crisis de Ucrania ha agravado más la crisis generada durante la pandemia y que ha ayudado a generar “la tormenta perfecta”: carencias de materias primas; capacidad productiva fluctuante e incierta, incremento de costes logísticos y los costes de energía por las nubes… junto a un IPC que va galopando y mermando la capacidad económica y afecta(rá) al consumo… 

En ese marco de incerteza e imprevisibilidad, se nos añade ahora la nueva legislación y de buenas prácticas contenidas en la LCDA. ¿Y a quien afecta? Desde el punto de vista del consumidor, es obvio que se trata de un problema de Concienciación Social. Más allá de eso, implica que todos los elementos de la cadena alimentaria (sectores productivos, distribución-alimentación -excepto las tiendas de menos de 1.300 m2-, y el canal horeca), estarán obligados a tener un plan específico (aunque en términos de obligatoriedad, y sobre establecimientos de distribución y todos los establecimientos industriales, se podrían acoger a la excepción que recoge el art. 5.2 de “resultar inviable”).

Más allá de todos estos aspectos ético-legales, la cultura de Excelencia Operacional ya nos apunta algunos aspectos en los que podemos trabajar y mejorar:

En la corrección y disminución de errores y consecuencias e impactos (acción reactiva)

En subsanar el origen del problema (acción proactiva o preventiva) de forma que éste no se produzca nuevamente.

¿Y cómo? Junto con algunas herramientas tecnológicas, será necesario en primer lugar analizar nuestra cadena de valor y buscar en qué aspectos vinculados tenemos oportunidades de mejora. Algunos de los aspectos y palancas sobre las que podemos actuar:

Estandarización como punto de partida para la optimización (“Sin estándar no es posible la mejora” – Taiichi Ohno)

Planificación Productiva y de Demanda: actuar en modo pull , optimizar y adaptar los stocks a la demanda y el leadtime

Reducción de la merma en el proceso, por ejemplo, a través de una gestión eficiente de caducidades, pero también de aspectos por ejemplo promocionales y por supuesto en la elaboración si es el caso

Abordar el problema end-to-end, esto es, como Cadena de Valor que involucra todos los flujos e intervinientes para crear una cadena de suministro eficaz incluyendo la logística y mercados inversos: prever nuevas actuaciones en ámbitos como el de la donación, transformación de productos rechazados (ej., no vendidos y caducados) con destinos diversos (como alimentación animal o piensos…) y de reciclaje… En definitiva, Sostenibilidad.

Para obtener insights adicionales sobre la visita la sección de Insights o envía un correo electrónico al autor de este artículo a través de cponce@kaizen.com

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