ESG en el sector del petróleo y gas: tendencias, desafíos y oportunidades

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ESG en el sector del petróleo y gas: tendencias, desafíos y oportunidades

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En los últimos años, los principios de sostenibilidad y ESG (Medioambiental, Social, y de Gobernanza) han dejado de ser una preocupación externa para convertirse en un factor fundamental en la definición de las estrategias en el sector del petróleo y gas. En un contexto marcado por una creciente presión regulatoria, las exigencias de los inversores y las expectativas de la sociedad civil, las empresas se enfrentan a una transición vital: alinear su actividad con criterios de sostenibilidad, transparencia y responsabilidad social. Este cambio representa mucho más que un imperativo ético, siendo una condición estratégica para garantizar el acceso a la financiación, los seguros, las alianzas y, sobre todo, para mantener lo que se conoce como «licencia social para operar» (LSO). En este contexto, destacarán aquellas empresas que logren alcanzar un equilibrio entre garantizar ganancias inmediatas y, al mismo tiempo, generar valor duradero en el futuro.

Presiones externas: regulación, inversores y sociedad

Varios factores contribuyen a acelerar esta transformación en el sector del petróleo y gas. En primer lugar, las empresas se enfrentan a regulaciones climáticas, como los objetivos del Acuerdo de París, los mecanismos para fijar un precio al carbono y las normativas de reporte, como la CSRD en la Unión Europea o las propuestas de la SEC en Estados Unidos. Todos estos factores han venido exigiendo a las empresas compromisos concretos para la reducción de emisiones y la divulgación estructurada de riesgos medioambientales.

Paralelamente, los inversores institucionales y las instituciones financieras incorporan criterios ESG en sus análisis de riesgo y decisiones de financiación, presionando a las empresas por una mayor transparencia y responsabilidad. Un ejemplo reciente es el de BP: en su junta general de 2025, alrededor del 24% de los accionistas votaron en contra de la reelección del presidente Helge Lund, expresando su descontento con la reversión de la estrategia climática de la empresa y con la falta de consulta a los accionistas sobre ese cambio1. Los grandes inversores institucionales manifestaron públicamente su oposición, subrayando sus preocupaciones con la gobernanza y con la sostenibilidad a largo plazo de BP. Este episodio evidencia la creciente exigencia de los inversores de compromisos climáticos sólidos y una gobernanza corporativa que refleje la responsabilidad medioambiental y social.

Al mismo tiempo, la sociedad civil —incluidas las ONGs medioambientales, los movimientos sociales y las comunidades afectadas— exige una mayor rendición de cuentas. El concepto de «licencia social para operar» (Social License to Operate – SLO) se ha consolidado como un nuevo criterio de legitimidad: obliga a las empresas a ir más allá de la mera conformidad legal, promoviendo un diálogo activo con las poblaciones afectadas, garantizando la transparencia sobre los impactos socioambientales y adoptando prácticas ejemplares en materia de seguridad, medioambiente y responsabilidad social.

Estrategias y buenas prácticas adoptadas por las empresas

Ante la creciente presión de reguladores, inversores y sociedad civil, las grandes empresas del sector del petróleo y gas han empezado a integrar los principios ESG en sus estrategias, no solo para responder a las exigencias externas, sino también para garantizar su relevancia y competitividad a medio y largo plazo. La respuesta ha sido multilateral, abarcando metas medioambientales ambiciosas, inversiones en energía limpia, reforzo de la transparencia e iniciativas sociales que buscan reforzar la aceptación pública.

Transforma el sector del petróleo y gas con enfoques sostenibles y de mejora continua

1. Metas de reducción de emisiones y reporte

Gran parte de los principales actores del sector ya ha asumido compromisos con la neutralidad carbónica para 2050, estableciendo metas intermedias para las próximas décadas y reforzando sus mecanismos de reporte medioambiental. Equinor se comprometió a reducir un 50% sus emisiones operacionales (alcance 1 y 2) para 20302, en comparación con los niveles de 2015. Para finales de 2024, ya había alcanzado una reducción del 34%, a pesar de un aumento en la producción. Por su parte, BP estableció como meta una reducción del 45–50% de sus emisiones operacionales para 20303, tomando como referencia el año 2019. En 2024, ya reportaba una reducción del 38%.

Estas metas van acompañadas de informes anuales alineados con estándares internacionales, como el TCFD, GRI y SASB, reforzando la transparencia ante inversores y reguladores.

2. Diversificación energética

Las petroleras han estado diversificando sus carteras con inversiones en energías renovables y tecnologías de transición, como una forma de reducir la dependencia de los combustibles fósiles. Equinor tiene como objetivo alcanzar entre 10–12 GW4 de capacidad instalada en energías renovables para2030, con un enfoque en la energía eólica offshore. Shell, TotalEnergies y Equinor anunciaron, en 2025, una inversión conjunta de 714 millones de dólares en la expansión del proyecto noruego “Northern Lights”5, de captura y almacenamiento de carbono. La capacidad de almacenamiento deberá triplicar hasta alcanzar unos 5 millones de toneladas de CO₂ por año para 2028.

Estas inversiones reflejan un compromiso creciente de las petroleras con la transición energética, posicionándolas como protagonistas en la construcción de un futuro energético más sostenible y menos dependiente de los combustibles fósiles.

3. Gobernanza y transparencia

La integración de los principios ESG no se limita al plano operacional. Las empresas han reforzado su estructura de gobernanza y mecanismos de rendición de cuentas. Muchas de las grandes petroleras han creado comités de sostenibilidad en sus consejos de administración, con el objetivo de supervisar las políticas ESG y garantizar su alineación con la estrategia global de la empresa.

Una proporción cada vez mayor de la remuneración variable de los ejecutivos está ahora indexada al rendimiento en métricas ESG, como la reducción de emisiones, la seguridad laboral o la diversidad organizacional, promoviendo un mayor compromiso y responsabilidad.

La publicación de informes de sostenibilidad se ha convertido en una práctica transversal y estructurada, alineada con los marcos reconocidos internacionalmente. Estos informes incluyen también el análisis de riesgo climático, basados en escenarios como el de un aumento de 2°C previsto en el Acuerdo de París, lo que permite evaluar el impacto potencial de los cambios climáticos en las operaciones, los activos y las estrategias de las empresas.

4. Impacto social y aceptación local

Para reforzar su licencia social para operar, varias empresas están invirtiendo en proyectos con impacto directo en las comunidades locales, especialmente en regiones en desarrollo. Durante la COP29, celebrada en noviembre de 2024, Shell, BP, Equinor y TotalEnergies anunciaron la creación de un fondo conjunto de 500 millones de dólares para llevar electricidad y soluciones de cocina limpia a comunidades del África Subsahariana y el Sudeste Asiático6. Estas inversiones no solo buscan apoyar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU (en particular el ODS 7: energía limpia y accesible), sino también crear las condiciones para una mayor aceptación pública de futuros proyectos energéticos.

Desafíos y riesgos en la implementación de ESG en el sector del petróleo y gas

A pesar de los avances logrados, la integración de los criterios ESG en el sector del petróleo y gas sigue afrontando barreras significativas. Los desafíos van desde dilemas estratégicos hasta limitaciones operacionales y tecnológicas, pasando por resistencias internas y riesgos reputacionales. La transición hacia modelos de negocio más sostenibles requiere un cambio profundo y, en muchos casos, disruptivo, lo que implica navegar en un territorio de incertidumbre regulatoria, tensiones geopolíticas y presión constante por resultados financieros.

1. Conflicto entre rentabilidad y sostenibilidad

Uno de los principales dilemas que enfrentan las empresas del sector es el equilibrio entre la necesidad de generar beneficios a corto plazo y las inversiones requeridas para transformar el negocio de manera sostenible. La inestabilidad en los precios del petróleo y del gas, sumada a los cambios en el contexto político global, puede influir directamente en la estrategia de las empresas. En 2024, el aumento de los precios de la energía, junto con los retrocesos en las políticas climáticas, como la retirada temporal de Estados Unidos del Acuerdo de París, llevó a varias petroleras a revisar sus planes. BP, por ejemplo, redujo en torno a 5 mil millones de dólares en inversiones en transición energética y anunció un aumento de la inversión anual en petróleo y gas a 10 mil millones de dólares, con una previsión de producción de 2,5 millones de barriles por día para 20307. Estas decisiones ilustran el dilema estructural del sector: mantener la rentabilidad a corto plazo puede implicar posponer inversiones sostenibles, comprometiendo la competitividad futura.

2.  Complejidad de la regulación y riesgo de greenwashing

La proliferación de normas y marcos de reporte —como la CSRD, ESRS, SEC, TCFD, GRI, entre otros— ha generado desafíos de cumplimiento, principalmente por la falta de armonización internacional. Las empresas globales operan en múltiples jurisdicciones, lo que obliga a gestionar diferentes exigencias legales y métricas. Esta complejidad aumenta el riesgo de errores, omisiones o de comunicación ambigua, lo que podría ser interpretado como greenwashing. El escrutinio público e institucional sobre la veracidad de las alegaciones medioambientales es cada vez más riguroso, y cualquier percepción de mala fe puede comprometer seriamente la reputación y el valor de la marca.

Un estudio de Greenpeace reveló que, en 2022, solo una fracción muy reducida de la energía comercializada por algunas de las principales petroleras provenía de fuentes renovables, mientras que la mayoría de las inversiones seguía concentrada en los combustibles fósiles. El análisis también destacó deficiencias significativas en la transparencia de las metas divulgadas, con compromisos considerados vagos o difíciles de verificar.

Esto evidencia el elevado riesgo reputacional del sector, alimentando el escepticismo de los inversores y la opinión pública frente a planes vagos o incoherentes.

La ausencia de un estándar global unificado para medir el drendimiento ESG dificulta la evaluación objetiva de los impactos y abre espacio a distorsiones. En particular, las emisiones de Alcance 3 (relacionadas con el uso de los productos por los clientes) siguen siendo objeto de controversia. Muchas empresas evitan establecer metas absolutas en este ámbito. Esta diversidad de enfoques metodológicos compromete la comparabilidad entre empresas y genera dudas sobre la solidez de los indicadores utilizados.

3. Barreras internas y resistencia cultural

La adopción de prácticas ESG exige transformaciones organizacionales profundas, que no siempre son bien recibidas internamente. La resistencia al cambio, la falta de competencias específicas en sostenibilidad y la ausencia de alineamiento entre los niveles de gestión dificultan la implementación eficaz de nuevas estrategias. Integrar el ESG en los procesos de toma de decisiones —desde la planificación estratégica hasta las operaciones— implica capacitación, cambio de mentalidad y, en muchos casos, redefinición de prioridades.

En 2024, ExxonMobil recurrió a los tribunales para impugnar la presentación de una propuesta de dos accionistas que pedían el refuerzo de las metas de reducción de emisiones de carbono. Incluso después de la retirada voluntaria de la propuesta, la empresa mantuvo el proceso judicial, justificando la iniciativa por la necesidad de aclarar los límites legales de la actuación de los accionistas en este tipo de resoluciones8. Este episodio generó gran atención y evidencia un nuevo escenario en el que las obligaciones de responsabilidad financiera y estratégica están siendo reinterpretadas frente a los desafíos climáticos, anticipando posibles futuras tensiones entre inversores y empresas menos centradas en la transición energética.

4. Dependencia tecnológica y riesgos operacionales

Muchas de las soluciones propuestas para la transición energética —como el hidrógeno verde, la captura y almacenamiento de carbono (CCS) o la electrificación de operaciones offshore— aún se encuentran en fase de desarrollo o enfrentan limitaciones técnicas y económicas. La dependencia de tecnologías emergentes expone a las empresas a riesgos de viabilidad, retrasos en la implementación y elevados costes de inversión. Además, la integración de nuevas tecnologías en los sistemas existentes implica riesgos operacionales, que deben ser gestionados con rigor.

5. Transición desigual

La transición energética se produce en un contexto de profunda desigualdad, tanto en términos de políticas públicas como de recursos e infraestructuras. Mientras que algunos países impulsan políticas públicas robustas para acelerar la descarbonización, otros siguen siendo altamente dependientes de los combustibles fósiles, tanto desde el punto de vista económico como energético. Las empresas globales de petróleo y gas operan en ambos contextos, lo que exige un enfoque flexible, adaptado a los diferentes niveles de madurez y ambición ESG. Esta asimetría representa un riesgo de fragmentación estratégica y de exposición a inestabilidades políticas y sociales.

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Oportunidades estratégicas asociadas a la agenda ESG

Aunque los desafíos son sustanciales, la agenda ESG representa una fuente creciente de oportunidades para las empresas de petróleo y gas que logren anticipar tendencias, alinear sus modelos de negocio con las exigencias emergentes y posicionarse como agentes activos en la transición energética. Lejos de ser solo una obligación, la sostenibilidad está convirtiéndose en un verdadero diferencial competitivo, con un impacto directo en la atracción de financiación, innovación tecnológica, eficiencia operacional y legitimidad social.

1. Acceso preferencial a capital y financiación sostenible

La consolidación de las finanzas sostenibles abre una nueva vía para el sector. Los inversores institucionales, los fondos ESG y los bancos multilaterales están cada vez más dispuestos a apoyar empresas con compromisos medioambientales y sociales sólidos. La emisión de bonos verdes (green bonds), préstamos vinculados a métricas ESG (sustainability-linked loans) y otros instrumentos financieros sostenibles permiten a las empresas captar capital en condiciones más favorables y fortalecer sus relaciones con los stakeholders financieros. Además, un buen rendimiento ESG contribuye a reducir el coste del capital al mitigar los riesgos reputacionales, legales y operacionales.

2. Diferenciación en el mercado y reputación reforzada

En un entorno donde la legitimidad social se convierte en una condición esencial para operar, la inversión en prácticas ESG puede traducirse en una ventaja competitiva clara. Las empresas que lideran en transparencia, seguridad, impacto social y respeto medioambiental tienden a obtener mayor aceptación por parte de las comunidades locales, reguladores y socios. Esta reputación positiva también facilita la entrada en nuevos mercados, la negociación de licencias y la construcción de alianzas estratégicas. Además, contribuye a reforzar el employer branding, esencial para atraer y retener talento cualificado.

3. Innovación y diversificación del portafolio

La transición energética impulsa la innovación tecnológica y la diversificación de los modelos de negocio. Al invertir en energías renovables, soluciones de eficiencia energética, hidrógeno verde, biocombustibles o tecnologías de captura y almacenamiento de carbono, las empresas del petróleo y gas pueden crear nuevas fuentes de ingresos y reducir la dependencia de los combustibles fósiles. Este reposicionamiento permite anticipar la disminución de la demanda de petróleo a largo plazo y responder a las nuevas oportunidades en sectores en crecimiento, como la movilidad eléctrica, el almacenamiento de energía y la descarbonización industrial.

4. Eficiencia operacional y reducción de costes

Muchas iniciativas ESG contribuyen directamente a la eficiencia de las operaciones. La reducción de las emisiones fugitivas, la minimización de consumos energéticos, la gestión eficiente de los residuos y la digitalización de los procesos son ejemplos de medidas que no solo mejoran el rendimiento medioambiental, sino que también reducen los costes operacionales. En este contexto, las metodologías de mejora continua ya ampliamente utilizadas en el sector, como Lean y Kaizen, resultan especialmente útiles para identificar ineficiencias, eliminar desperdicios y garantizar procesos más sostenibles y eficientes.

5. Anticipación regulatoria y reducción de riesgos futuros

Las empresas que se anticipan a las exigencias regulatorias y alinean sus prácticas con los estándares internacionales reducen su exposición a sanciones, litigios y costes de adaptación abrupta. Al integrar el ESG de manera estratégica, es posible construir resiliencia regulatoria y adaptar los modelos operacionales a las exigencias futuras, desde los requisitos de reporte no financiero hasta la internalización del coste del carbono. Esta capacidad de adaptación supone una ventaja significativa en un contexto de rápida evolución normativa.

Conclusión y perspectivas futuras

La incorporación de los principios ESG en el sector del petróleo y gas se ha convertido en una condición esencial para la supervivencia y el crecimiento. Las empresas que lideren esta transformación no solo estarán más preparadas para responder a las exigencias regulatorias, sociales y financieras, sino que también tendrán acceso a nuevas fuentes de valor, desde la financiación sostenible hasta la innovación en modelos de negocio.

En el futuro cercano, el sector afrontará una presión creciente para acelerar la descarbonización, profundizar el compromiso con la transparencia y demostrar un impacto positivo en las comunidades en las que opera. Las organizaciones que logren articular una visión a largo plazo con una ejecución disciplinada y adaptable estarán mejor posicionadas para navegar la complejidad y liderar con resiliencia.

El éxito dependerá, en gran medida, de la capacidad de transformar intenciones en acción, informes en resultados y compromisos en cultura organizacional. En un escenario global marcado por la incertidumbre y la transición, serán las empresas que combinen la responsabilidad medioambiental y social con la excelencia operacional las que definirán los nuevos estándares del sector.

Referencias

  1. The Guardian. BP braces for investor rebellion at first AGM since climate strategy U‑turn. The Guardian, 17 April 2025. ↩︎
  2. Equinor ASA. Energy Transition Plan. Equinor, 2025. ↩︎
  3. BP. Getting to Net Zero. BP, 2025. ↩︎
  4. Equinor ASA. Energy Transition Plan. Equinor, 2025. ↩︎
  5. Reuters. Shell, Equinor, TotalEnergies to invest $714 million in carbon storage expansion. Reuters, 27 March 2025.TotalEnergies. ↩︎
  6. TotalEnergies. COP29: TotalEnergies, bp, Equinor and Shell join forces to help increase access to energy. TotalEnergies, 15 November 2024. ↩︎
  7. Reuters. BP ramps up oil and gas spending to $10 billion as CEO rebuilds confidence. Reuters, 26 February 2025. ↩︎
  8. TIME. Exxon’s Climate Fight With Investors Won’t Be the Last. TIME, 28 May 2024.  ↩︎

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